Atalaya
Entre las definiciones que proporciona el Diccionario de la Real Academia Española, encontramos las siguientes:
1.f. Torre hecha comúnmente en lugar alto, para registrar desde ella el campo o el mar y dar aviso de lo que se descubre.
2. f. Altura desde donde se descubre mucho espacio de tierra o mar.
3. m. (desus). Hombre destinado a registrar desde la atalaya y avisar de lo que descubre.
En las almadrabas de tiro o de vista (v.), siempre había una atalaya para divisar el atún. Normalmente se trataba de una construcción de madera, también conocida por mástil, realizada para esta función, pero a veces se emplea un emplazamiento natural, y otras una torre vigía.
Por metonimia, se denominaba igualmente atalaya al hombre encargado de avisar de la llegada de los atunes. El atalaya era imprescindible en la almadraba de vista o tiro, pero con las almadrabas de buche (v.) desaparecen. Normalmente, solían trabajar con un ayudante que iba tomando nota para aprender el oficio “Los atalayas, que observan el mar desde una eminente torre, tienen tan gran conocimiento que distinguen a muchas millas las especies de pescados que se acercan, y aún el número de atunes. Les facilitan este acierto las filas iguales en que vienen ordenados. Avivan con un lienzo a los que están en el mar, distinguiendo si vienen retirados, próximos a tierra, o fuera de lance...” (López de Ayala, 1782).
Parece lógico pensar que los atalayas, escogidos por los arráeces (v.) o por los dueños de las almadrabas, habían de tener gran agudeza visual. Con todo, es conocido el caso del atalaya destituido por el duque de Medina Sidonia en la almadraba de Zahara, en el siglo XVII, porque estaba totalmente ciego (AFA).